domingo, septiembre 25, 2005

EL ESTADO ARGENTINO PIDIÓ PERDÓN

Diana Wang

LA NOTICIA

El acto. El director de Migraciones argentino rectificó mi partida de ingreso como inmigrante judía llegada al país después de la Segunda Guerra Mundial, cuando debí inscribirme como católica para ser admitida. El trascendental momento se coronó con el pedido de perdón del Estado argentino a todos los afectados por la misma circunstancia. Recibí una constancia oficial del registro de mi identidad judía, y mi caso es un "leading case" en la Argentina donde reside una numerosa comunidad judía. El 19 de septiembre pasado se hizo la ceremonia oficial con la entrega de la nueva documentación. Integraron la mesa el Dr. Ricardo Rodríguez, Director de Migraciones, el Dr. Daniel Sabsay, constitucionalista, escritor y profesor universitario, el Sr. Uki Goñi, periodista y escritor, quien impulsó la derogación de la Circular 11, la Lic. Beatriz Gurevich, socióloga e investigadora. Condujo el acto el escritor y periodista, el Sr. Pepe Eliaschev.

Alemania y Argentina. En 1953 la República Federal de Alemania promulgó la primera Ley de Indemnizaciones para las víctimas judías de la Shoá, conocida como Wiedergutmachung, literalmente “hacer el bien de nuevo”. Algunos sobrevivientes se negaron de plano a recibir dinero, pues entendían que se les ofrecía literalmente una compensación lo que era inadmisible porque el dinero no exculpaba del horror. Otros lo tomaron de manera simbólica e interpretaron la conducta del gobierno alemán como el reconocimiento público de su crimen, una declaración de culpa y la única manera concreta de expresarlo, además del pedido de perdón, era mediante la compensación económica. Hoy en Argentina, 52 años después que Alemania, la decisión del gobierno de eximir del pago de arancel para la rectificación de la condición de identidad sigue simbólicamente esa misma línea de reparación. También acá, el reconocimiento y el pedido de perdón públicos y oficiales se continuaron y concretaron en términos económicos. La eximisión del arancel correspondiente revela que los judíos estábamos forzados a mentir para conseguir ingresar a la Argentina por imperio de la Circular 11. Estamos eximidos de pagar por rectificarlo porque no fue nuestra la culpa.

LA CRÓNICA

Marek, de Polonia. Marek, con sus más de noventa años de vida y sobrevida, transitó por lo mejor y lo peor de la humanidad. Veía frente de mí sus ojos atentos, sus oídos abiertos, la incredulidad pintada en el rostro cuando oímos al director de Migraciones, perteneciente al Ministerio del Interior, decir “El Estado Argentino pide hoy perdón”.

Nos pedían perdón. A los judíos. Nos pedían perdón. A los argentinos. Nos pedían perdón. A los sobrevivientes. Nos pedían perdón.

¿Quién de los que estábamos ahí, venidos de la profunda Europa antisemita, habría imaginado alguna vez que escucharía algo así de boca de algún funcionario?

Los testigos europeos del horror fuimos educados en las calles y en las escuelas de la culta Europa para tomar como natural, irremediable, nuestra condición de víctimas propiciatorias. Con el aliento contenido, las lágrimas que se atropellaban y cerraban las gargantas en un nudo apretado, veíamos y oíamos que las cosas pueden cambiar. No los prejuicios que tienen su propia lógica irracional, pero sí los actos de gobierno. Y por algún lado se empieza.

Las palabras del Canciller. En su carta el Ministro de Relaciones Exteriores, Canciller Dr. Rafael Bielsa dijo, entre otras cosas: “Este evento dista de ser un mero acto administrativo y simboliza claramente la decisión del Estado Nacional de reparar una grave injusticia y un error histórico”. Encuadró la vergonzosa prohibición en “una visión absurda de la argentinidad que pretendió que esas corrientes inmigratorias obedecieran a un cerrado canon étnico, religioso y cultural, para fundar un cuerpo social falsamente homogeneizado”.

La historia. Inició la lucha, en soledad, Uki Goñi, muchos de cuyos familiares fueron y son miembros del cuerpo diplomático argentino. Expuso en su libro “La auténtica Odesa” lo que se murmuraba en conversaciones familiares: la existencia de una orden secreta que prohibía dar visas a judíos, datada en 1938, antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La denuncia fue tomada con indiferencia, como una hipótesis arriesgada, hasta que Beatriz Gurevich encontró un original de la que conocemos ahora como Circular 11 entre cientos de papeles archivados en la Embajada argentina en Estocolmo. Documentó de este modo lo denunciado por Goñi y lo que todos los judíos que llegamos después de la guerra sabíamos pero no podíamos probar: para entrar en la Argentina no había que decir que uno era judío porque los judíos teníamos prohibido el ingreso.

Católico, católico, católico. Pero igual entramos. Y muchos. Claro, había que mentir. Curioso país éste que ostenta un antisemitismo formal y burocrático que no tuvo problemas en recibir a los refugiados judíos siempre y cuando mintieran. Se trató de una hipocresía administrativa casi ingenua y que no resistía el menor análisis. En los registros de pasajeros de la época pueden verse páginas y páginas con listados de personas que se declaran católicas. Al lado de nombres evidentemente judíos como Zure, Shmuel, David, Rivka, Isaac, Sheine, con apellidos tan igualmente judíos como Levy, Epelboim, Moiszelewicz u otros por el estilo, se ve una sucesión interminable de: “católico – católico – católico”. Es tan flagrante la visión de estas listas que, si no fuera humillante, sería cómica. Evidentemente al funcionario de turno no le importaba si eran judíos, sólo lo que debía escribir en el registro y con ello, probablemente, cuidar su puesto.

El Escudo Nacional. Me fue entregada la constancia de la aprobación de mi solicitud de rectificación, en un documento oficial. Encabezado por el Escudo Nacional, lleva las firmas y los sellos de los funcionarios correspondientes. Ver el Escudo Nacional me resultó desbordante. No estaba preparada para eso. En mis años de escuela primaria aprendí a querer y a respetar los símbolos patrios, a emocionarme al ver flamear la celeste y blanca, al entonar el Himno Nacional se me erizaba la piel con el “oíd mortales”, nuestra invocación al mundo anunciando la decisión de vivir libres. Son símbolos que continúan resonando en mí, sin patrioterismos chauvinistas, de manera honda y significativa. El Escudo Nacional encabezando el texto fue un fuerte indicador que corroboraba la trascendencia de lo que habíamos alcanzado y la nueva posición en la que ello nos colocaba.

La conceptualización. El Dr. Daniel Sabsay, comprendiendo el alcance y la hondura de lo que estaba pasando, disertó acerca del marco jurídico e institucional tanto de la prohibición como del pedido de perdón y la rectificación. Señaló las profundas y negadas raíces intolerantes así como la trascendencia social de este sinceramiento y de esta reparación. Pepe Eliaschev como lúcido intérprete del ciudadano, habló de nosotros, de las personas comunes y lo que representa para todos, para el sostén de nuestros valores cívicos y democráticos lo que allí estaba comenzando. Tanto Uki Goñi como Beatriz Gurevich confesaron sorprendidos que no habían advertido en su momento el alcance de lo que habían abierto con su descubrimiento.

Un buen disfraz. Hay imágenes muy intensas que vienen a mi memoria. Llegué al puerto de Buenos Aires el 4 de julio de 1947. A los pocos días, cumpliría dos años. Mamá a los 34 años era una veterana víctima sobreviviente. Bajó del barco, con un salvoconducto inexpugnable: un disfraz de católica. Cubierta por una mantilla, envuelta su mano en un rosario y sosteniendo beatíficamente el catecismo de nácar que había comprado en Europa antes de subir al barco, y con su hija de la mano –yo- tan rubia, tan blanca como la más aria de los arios, pensó que teníamos una oportunidad de estar a salvo. Sabíamos allá, en Europa, que para entrar en la Argentina no se podía ser judío. La incertidumbre, el miedo que nos acompañaba se diluyó en Buenos Aires porque para conseguir el ingreso parecía que bastaba con no declararse judío. Era casi un chiste: ¿sólo con decirlo era suficiente? ¡Qué lejos de la Polonia que “olía” a un judío, lo despreciaba e insultaba con impunidad y gozo! Declararse católicos era, en aquel momento, un peaje barato hacia una vida de libertad y realizaciones. Y así fue nuestra vida en la Argentina, al menos hasta las bombas en la embajada de Israel y en la AMIA. Fue un lugar en el que pudimos ir a la escuela, caminar con frescura al aire libre y desarrollarnos con la ilusión de que éramos igual que todos.

Después del 18 de julio de 1994. Hoy, ya no nos basta con eso. Hoy la ilusión se hizo trizas. Hoy hemos dejado de tomar como natural el tener el acceso vedado al Servicio de Relaciones Exteriores, a las Fuerzas Armadas, a clubes, posiciones y a muchos otros lugares que lo “mejor” de la sociedad argentina quiere mantener “puros” al mejor estilo nazi.

Hoy demandamos lo que la Constitución nos promete: la igualdad ante la Ley, la igualdad de oportunidades y accesos, el pleno derecho, la justicia efectiva, la ciudadanía de primera.

Ahora nos llamamos judíos. Después del atentado a la AMIA la misma institución comenzó a llamarse Comunidad Judía. Ahora, con esta medida del gobierno, también podemos tener esa denominación en nuestros papeles, aún en aquéllos que documentan un pasado no tan remoto pero que puede y ha sido resignificado. Hecho simbólico pero de alto potencial prospectivo. Y nos regocija haberlo vivido y dar testimonio de ello.

El reconocimiento. Quiero mencionar tan sólo, un aspecto que realza aún más el valor ético de esta decisión del actual gobierno y con ello creo hacer justicia porque hay que criticar lo criticable y aplaudir lo aplaudible. Cuando presenté y fundamenté mi solicitud el Ministro del Interior Dr. Aníbal Fernández, respondió con un contundente “déjelo en mis manos” y le dio pronta resolución. Cuando el Dr. Rodríguez a los pocos días me anunció la aprobación de la solicitud y que faltaba tan solo una cuestión de trámite, le dije que quería recibirlo en un acto público porque el hecho merecía ser conocido. “¿Por qué no hacerlo en la misma Dirección Nacional de Migraciones?” propuse. Consideró que no correspondía y me explicó por qué. “Estamos en época de elecciones” dijo pensativamente, “no va a faltar quien suponga que esto se hizo por buscar algún rédito electoral. Fue hecho porque había que hacerlo. Mejor en otra parte. Dígame usted dónde y allí estaremos”.

Lo hicimos en nuestra Asociación, “Generaciones de la Shoá en Argentina”, Larrea 1225, la sede de OSFA-WIZO, Buenos Aires, Argentina.

sábado, septiembre 24, 2005

La Frase infeliz


Bejla Rubin de Goldman

El diario Perfil en su única tirada de los días domingos, a pesar de tildar a una frase de “infeliz”, igualmente la dio a conocer. O sea, es una manera de notificar y dar letra a que circule un pensamiento non santo. Se trata de la “frase infeliz” publicada el 18 de septiembre de 2005 perteneciente a Carlos Ortiz de Rozas, con doble apellido y todo, que dice no entiendo por qué la intervención sonora que se va a hacer en el Cementerio de la Recoleta no se hace en el cementerio (con minúscula) israelí.

El Cementerio es judío y no israelí, dado que pertenece a la comunidad judía de la Argentina, no a los judíos que viven en Israel, los llamados israelíes.

Ya Marguerite Duras había señalado que la sola palabra judío evocaba una potencia de muerte por lo que se había hecho con ellos en las cámaras de gas. Entonces, pareciera que el Señor Ortiz de Rozas tuviera temor de pronunciar esa terrible palabra tratando de suavizar su potente y discriminatorio significado por el de israelí.

La frase parece ingenua y un alegato del buen ciudadano Ortiz de Rozas pero en esa “inocencia” se apunta la mira y da pie a que algún sujeto, no tan bien intencionado como el Señor Ortiz de Rozas, y se le ocurra no solamente ir con la música a otra parte, sino de paso, como para justificar el viaje, pintar algunas esvásticas, adulterar tumbas, cantar algunas cancioncitas que rimen con judío, ruso y otras injurias, en fin una frasecita con un malogrado bleque, dado que se delata la posición poco clara.

Acaba de salir una reedición de un conjunto de escritos de Theodor Adorno realizados durante los años 1970 al 86, que se llama Ensayos sobra la propaganda fascista. Psicoanálisis del antisemitismo ( editorial Paradiso).

Allí Adorno se basa en el ensayo de Sigmund Freud, Psicología de las masas y análisis del yo, para dar cuenta de la posición de las masas y su relación al líder, fundamentalmente, la sumisión del pueblo alemán a su Führer Adolf Hitler.

Este ensayo reflotado hoy en día es pertinente dado los rebrotes antisemitas en Europa, no sólo en cuanto a los grupos neonazis sino inclusive a la posición de intelectuales de la talla de José Saramago, pensamiento ya bien denunciado por Pilar Rahola.

Adorno plantea que todo lugar donde rebrota un nacionalismo militar, automáticamente resurge el pensamiento y la acción antisemita. Lo padecimos durante el Proceso Militar argentino, también en la década del 60 con los Tacuaras, lo vemos hoy en día con la ideología nazi reflotada por un Biondini, y todavía habrá que esperar por más.

Escribe Adorno deberíamos recordar que el totalitarismo considera a las masas no como seres humanos autónomos, que deciden racionalmente su propio destino y a quienes hay que dirigirse, por tanto, como sujetos racionales, sino como simples objetos de medidas administrativas, a quienes hay que enseñar, por encima de todo, a ser humildes y obedecer órdenes (pag. 11 de la obra ya mencionada).

Esta cuestión de pura obediencia exime al líder de tener que organizar a una nación con planes precisos y lineamientos teóricos. Todo su poder se centra en su persona, ya lo vimos con un Menem, con un perfil autoritario, caprichoso, narcisista y despótico. Es el imperio de la sugestión y sus efectos hipnóticos que hace de sus seguidores borregos en pos de restituir a Un Padre Poderoso que decida por ellos y ante el cual la obediencia es ciega, desmedida y fanática.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, dado los tabúes oficiales, se ejerció un criptoantisemitismo sin dejar de ejercer ese poder oculto un peligro potencial.

Hoy a 30 años de haberse publicado por primera vez estos escritos de Theodor Adorno, ya ni siquiera se puede hablar de un antisemitismo a escondidas. Con un mundo cambiado, con nuevas generaciones de desclasados, con la decadencia de la burguesía, con movimientos fundamentalista que no diferencian judíos de católicos dado que todo no islámico es un hereje, el mundo podría tomarse del judío ,y de hecho lo hace, poniendo nuevamente como argumento antisemita al Estado de Israel como responsable de haber despertado a la fiera fundamentalista, pues es más aceptable ver al judío como piadoso, sumiso y temeroso que aceptarlo como beligerante, defendiendo su derecho a la vida y la posesión de una vieja/nueva patria nacida de las cenizas, crematorios y maldades de una humanidad indiferente que hizo de la explotación y experimentación judía un buen negocio.

viernes, septiembre 16, 2005

INTENTOS DE COMPRENSIÓN, por Rolando Drut

Cuando intentamos remontarnos a Marx, advertimos que las tesis formuladas como “certezas” y principios sustanciales, en cuanto: que la supresión del Capitalismo estaba establecido como la finalización de la explotación del hombre por el hombre, el fin de las luchas de clases y por ende con el triunfo del socialismo, se terminarían los problemas sobre la faz de la tierra. ¿Era una utopía más?
La idea motora que nos lleva en dirección a una explicación de la situación planteada, es intentar re-pensar la historia, bajo el signo o la óptica de los sucesos acaecidos durante el siglo XX. Es decir, verificar si las catástrofes, y los genocidios del siglo en cuestión, se hallan íntimamente ligados a la cultura de Occidente o es un epifenómeno, otra categoría, e inclusive si está determinado como una cisura en dicha Cultura. Establecer si esta Cultura, ha brindado las posibilidades de formalizar una construcción específica y emergente, es necesario verificar. Deben existir las respuestas al imaginario colectivo que esta sumergido en las no respuestas o en la no-comprensión de lo fáctico. Procurar una precisa valoración y clarificación de lo sucedido es una demanda prudente, y necesaria hoy. No es posible seguir en los no: ¡No hay explicación! ¡No hay respuestas! ¡No hay motivos! Sostenemos que hay que exhumar muchas preguntas todavía. Es concretamente sobre la Shoáh, el tema específico que precisamos instalar, volver a re-pensar. ¿Tendrá que ver con Marx?
Constatamos que los escritores materialistas, nos han aportados visiones sumamente atractivas sobre la difusión del devenir histórico, y nos han permitido inferir que el desarrollo de la humanidad, se planteaba como una concatenación de sucesos diversos, con leyes que podían verificarse a lo largo de las distintas épocas. Con ello determinaron que las leyes de la historia se manifestaban en análisis adscriptos exclusivamente a factores de desarrollo económico y los espacios sociales se configuraban a partir de ellos.
Con el correr del tiempo fue dable establecer que tales leyes, estaban perfectamente establecidos en un imaginario colectivo. Y que en un momento se quiebra y ello se verifica específicamente a partir de la Shoáh y las catástrofes posteriores ocurridas a lo largo de la historia reciente. No es nuestro propósito detallarlos acá, pero en cualquier libro se pueden comprobar, con relativa facilidad. Los acontecimientos ocurridos a lo largo del siglo XX, si bien algunos, presuntamente, pudieron haber sido previsibles, no son fehacientemente, adscriptos a situaciones forzosamente inscriptas en un momento específico de la historia. Otros y variados son las condicionantes pertenecientes a los mismos que se fueron manifestando, durante los años en cuestión.
No es simplemente el desarrollo de las fuerzas productivas (como las planteara el materialismo histórico) las que nos indicarían como un determinismo ciego y casi apriorístico de situaciones sociales naturales. Seguramente van a ser visibles, poco a poco y con dificultades, nuevas preguntas, a encontrar o por lo menos para ayudar a la investigación de nuevas respuestas. No hay otra manera para seguir vivo. Veamos esta cita de W. Adorno cuando dice que “Auschwitz, es el fruto, el hijo legítimo, la realización espectacular del pensamiento Alemán, que en dominio filosófico se confunde con el pensamiento Occidental (Kant, Hegel, Nietzche, Heideger)”. Sepamos discernir en toda su dimensión, que si bien engloba a Occidente, manifiesta claramente la responsabilidad de Alemania en el nacimiento del planteo y jamás lo niega. Por ello inferimos que establecer de donde proviene y en que lugar de Europa se concreta, se manifiesta la explosión (espectacular como dice Adorno), es en la misma Alemania y no en cualquier lugar de Occidente. Esto debería estar clarito. Si bien Occidente engloba a toda la cultura Europea, donde se da la cisura, la eclosión, la ruptura esta rotundamente explicado por el Maestro de Francfort. Concretamente lo que intentamos describir, que aquí hay algo nuevo (desgraciadamente) que se ha dado y que configura otra construcción, otra historia, a partir de esta historia. Es otra entidad y esto es lo que debemos re-ubicar como significado. Es Enzo Traverso en “La singularidad de Auschwitz”(1997) quien plantea una vez más y como mucho pensadores modernos < lo incomprensible y lo inexplicable de Auschwitz>. En la medida que el imaginario intelectual no prodigue avances sustanciales en este sentido, todas las comparaciones tendrán intrincados callejones e inclusive como muchos, sin salidas coherentes. Se ha formado alrededor de estos planteos una terrible coraza que obstruye el ahondar y, no permite avanzar a muchos pensadores, que han dado muestras que es posible intentar desmenuzar las motivaciones de tales atrocidades perpetradas en Europa por la Nación Alemana. La civilización de Occidente a sufrido un corte, y entiendo perfectamente las dificultades en comprender su más amplio significado. Y sobre todo cuando se lo quiere enmarcar en esta misma Cultura y no verificar los quiebres o los rompimientos históricos manifestado oportunamente. Retomando la frase con la cual iniciamos este trabajo, es interesante la conclusión de Enzo Traverso cuando dice que, “Auschwitz, ha barrido definitivamente la concepción del socialismo, como una respuesta natural e ineluctable de la historia” y continua: “ Auschwitz, no tiene explicación, no tiene racionalidad conceptual como lógica para expresar el devenir histórico planteado por el marxismo” pero lo más interesante como construcción y perspectiva de cognición es la frase siguiente: “Auschtwitz debe ser planteado como un interrogante permanente de nuestra civilización, en el mundo que vivimos”. Es claro el planteamiento y también de qué manera debemos confeccionar preguntas novedosas, ya que mucho de lo revelado hasta la fecha no ha constituido sino aportes, aproximaciones generales y que se dan contra paredes oscuras del tiempo, al no reconsiderarse en toda su dimensión histórica, para de una buena vez definir las causas y naturalmente encontrar taxativamente respuestas para que nuestra humanidad termine, concluya, no repitiendo genocidios de este u otro tenor en algún lugar de la tierra, tomando como chivo expiatorio un pueblo, una región, en fin un semejante, un ser humano igual a otro que naturalmente es tomado como diferente. El mundo a resignado demasiados avatares, convulsiones, que nos han llevado a dudar de algunos planteos que fueron lanzados como ciertos y verdaderos desde sectores, que hoy día han hecho poco creíbles las formulaciones del devenir histórico.
Es cuando acudimos a Austchwitz, como situación puntual, donde se verifica en su más vasto dolor humano, que las presuntas y aceptadas “verdades”, deben ser replanteadas para disponer y tratar de entender y, repetimos otra vez, “lo incomprensible”. No es un planteo novedoso insistir en que: Vivir sin respuestas produce una poderosa angustia, pero continuar viviendo, sin hacerse las preguntas correctas, puede llegar a matar la conciencia del hombre. Son necesarias las respuestas y sobre todo cuando satisfacen a media. Es imprescindible continuar en la exploración de las mismas para poder seguir viviendo. Reiteramos, no podemos, el hombre no puede vivir sin respuestas. “La Shoah ha sido una bisagra definitiva en nuestro mundo”, planteaba Diana Wang en su mensaje “De cara al futuro”. Es precisa la sentencia, pero es necesario ampliarla. Con la Shoah se ha terminado la Civilización Occidental y aparecen aspectos totalmente novedosos y específicos que configuran el nacimiento de otro organismo social que todavía no hemos podido darle un nombre propio, pero es otra cosa. No es la continuación de lo que se venía dando.
Según afirmaciones esclarecedoras de Agamben Giorgio en “Lo que queda de Auschwitz”. Las circunstancias históricas (material, técnicas, burocráticas, jurídicas) se consideran suficientemente aclaratorias, pero el aspecto ético y político del exterminio, es decir la comprensión humana, es lo que queda por develar. Es por ello que esta falta de interpretación no lleva a intentar pensar que hemos desembocado en un sistema nuevo donde todo lo anterior murió, cuando se encendió la primera cámara de gas.